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Las 3 Preguntas Clave a Jesús: Un Análisis Profundo de Marcos 12

Las 3 Preguntas Clave a Jesús: Un Análisis Profundo de Marcos 12

 

En la tensión palpable de Jerusalén, durante la última semana de su vida terrenal, Jesús ya había dejado una marca imborrable. Tras su entrada triunfal, volcó las mesas de los cambistas y, a través de la parábola de los labradores malvados, expuso cómo las autoridades judías lo rechazaban. Era martes, y la cruz del viernes se cernía en el horizonte. En este clima cargado, tres grupos de enemigos se acercaron para desafiarlo, no con armas, sino con palabras. Sus preguntas, aunque diferentes en su enfoque —política, existencial y espiritual—, tenían el mismo objetivo: atrapar al Maestro.

Acompáñanos a desglosar estos encuentros cruciales, narrados en Marcos 12:13-34, para descubrir la sabiduría divina con la que Jesús respondió a cada desafío.

1. La Pregunta Política: ¿Dar Tributo al César? (Fariseos y Herodianos)

 

El primer desafío provino de una alianza improbable: los fariseos y los herodianos. Desde el inicio del ministerio de Jesús, estos dos grupos se habían unido con un solo propósito: destruirlo.

Una Alianza para una Trampa Mortal

Los herodianos no eran una secta religiosa, sino un grupo político leal a la dinastía de Herodes, favorecida y sostenida por el poder de Roma. Controlaban la economía en Galilea, por lo que su pregunta estaba cargada de intención: «¿Es lícito dar tributo a César, o no? ¿Daremos, o no daremos?» (Marcos 12:14b RV1960).

La trampa era perfecta. Si Jesús se oponía al impuesto, los herodianos lo acusarían de sedición contra el emperador, un delito castigado con la muerte. Si, por otro lado, aprobaba el tributo, los fariseos lo usarían para desacreditarlo ante el pueblo, que sufría los abusos fiscales de Roma y vería el pago como una traición a Dios. Todo estaba diseñado como una cacería para sorprenderle en una palabra equivocada.

La Adulación y la Pregunta Cargada de Espiritualidad

Para tender su lazo, comenzaron con una adulación fingida: «Maestro, sabemos que eres hombre veraz, y que no te cuidas de nadie; porque no miras la apariencia de los hombres, sino que con verdad enseñas el camino de Dios» (Marcos 12:14a RV1960). Era una invitación a hablar con franqueza, pero escondía una pregunta venenosa: ¿Se puede ser leal a Dios y, al mismo tiempo, pagar impuestos a un poder pagano como el César? ¿Acaso apoyar al César no era traicionar al Dios de Israel?

La Sabiduría de Jesús: Dad al César y a Dios

Jesús, percibiendo su hipocresía, no cayó en el juego. En lugar de dar una respuesta directa, pidió que le mostraran la moneda del tributo. Él no la tenía. Al presentarle el denario, preguntó: «¿De quién es esta imagen y la inscripción? Y ellos le dijeron: De César» (Marcos 12:16 RV1960).

El derecho a acuñar moneda era un símbolo de soberanía. La moneda llevaba la imagen de Tiberio César y la inscripción “Sumo Sacerdote”, un ídolo portátil que promulgaba una ideología pagana. Al usar esa moneda para sus negocios, los judíos ya aceptaban, en la práctica, el dominio de Roma.

La respuesta de Jesús fue magistral: «Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios» (Marcos 12:17 RV1960). Con estas palabras, enseñó que las obligaciones cívicas, como pagar impuestos por los servicios administrados por el gobierno, deben cumplirse.

Pero la lección más profunda fue la segunda parte. Si la moneda con la imagen del César le pertenece a él, ¿qué le pertenece a Dios? Nosotros. Llevamos el nombre de “hijos de Dios” y fuimos creados a Su imagen. Por lo tanto, a Dios le debemos nuestra vida entera, nuestra adoración y nuestra lealtad total. No existen dos esferas separadas —una secular y otra religiosa—. Nuestra vida entera es un testimonio. Como cristianos, reconocemos la autoridad de Dios en todo, cumplimos con nuestras obligaciones cívicas y dejamos el juicio de los gobernantes en manos de Dios, como se nos enseña en Romanos 13:1-7.

 

2. La Pregunta Existencial: ¿Hay Vida Después de la Muerte? (Saduceos)

 

A continuación, se presentaron los saduceos, un grupo mencionado solo esta vez en el Evangelio de Marcos. Eran la secta racionalista de la época; según Hechos 23:8, no creían en la resurrección, ni en ángeles, ni en espíritus. Para ellos, solo lo explicable y razonable era real.

Un Enigma para Ridiculizar la Resurrección

Su trampa fue una pregunta hipotética diseñada para hacer que la idea de la resurrección pareciera absurda. Usaron la ley del Levirato de Deuteronomio 25:5, que instruía a un hombre a casarse con la viuda de su hermano para preservar la herencia familiar. Su enigma fue: si una mujer se casa sucesivamente con siete hermanos, «en la resurrección, pues, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos será ella mujer, ya que los siete la tuvieron por mujer?» (Marcos 12:23 RV1960).

La Corrección de Jesús: “Erráis por Ignorancia”

Jesús no debatió los detalles de su escenario. Fue directamente a la raíz de su error con una estructura de pensamiento que dejaba claro el problema:

«¿No erráis por esto, porque ignoráis las Escrituras, y el poder de Dios?» (Marcos 12:24 RV1960).

Su equivocación era doble y fundamental:

  1. No conocen el poder de Dios: Subestiman que Dios tiene el poder de resucitar a los muertos a una nueva forma de existencia, donde serán “como los ángeles en los cielos”.
  2. Ignoran las Escrituras: Pasan por alto lo que las Escrituras ya enseñan sobre la vida después de la muerte. Jesús les recordó el pasaje de la zarza ardiente, donde Dios le dijo a Moisés: «Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob» (Éxodo 3:6 RV1960).

La clave está en el tiempo verbal: “Yo soy”. Dios no dijo “Yo fui”. Él es el Dios de patriarcas que habían muerto físicamente hacía siglos, lo que demuestra que para Él siguen vivos. Su conclusión fue rotunda: «Dios no es Dios de muertos, sino Dios de vivos; así que vosotros mucho erráis» (Marcos 12:27 RV1960).

Jesús no describió el cielo, así como es difícil explicarle los corales del Caribe a alguien que solo conoce el hielo del polo norte. En cambio, corrigió su incredulidad, afirmando que nuestra confianza en la resurrección se basa únicamente en el poder de Dios y en la fidelidad a sus promesas escritas. Nuestra relación con Él en esta vida trasciende la muerte física. Después de esta respuesta, los saduceos no se atrevieron a preguntarle más.

 

3. La Pregunta Espiritual: ¿Cuál es el Mandamiento Principal? (Un Escriba)

 

Habiendo silenciado a sus oponentes, un nuevo interlocutor se acercó. Era un escriba, un experto en la Ley, que había quedado impresionado por la sabiduría de Jesús. Su pregunta no parecía una trampa, sino una búsqueda sincera.

Buscando la Esencia de la Ley

Ante un sistema con 613 mandamientos, según la tradición rabínica, el escriba preguntó: «¿Cuál es el primer mandamiento de todos?» (Marcos 12:28b RV1960). No buscaba una simple clasificación, sino la premisa esencial que sostiene toda la Ley de Dios.

La Respuesta que Une el Cielo y la Tierra

Jesús respondió citando la Shemá, la confesión de fe fundamental de Israel, de Deuteronomio 6:4-5: Dios es único, y debemos amarlo con todo nuestro ser: corazón, alma, mente y fuerzas.

Pero no se detuvo ahí. Unió inseparablemente este mandamiento con un segundo: amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Su afirmación, «No hay otro mandamiento mayor que éstos» (Marcos 12:31b RV1960), revela que toda la ley y los profetas son aplicaciones prácticas de estos dos principios. El amor a Dios no puede existir en un vacío; afecta inevitablemente nuestra conducta y nuestras relaciones, como nos recuerda el apóstol Juan (1 Juan 4:20-21).

Cerca del Reino, pero con un Paso por Dar

El escriba reconoció la verdad en las palabras de Jesús. Sin embargo, el Maestro le dejó una reflexión profunda: «No estás lejos del reino de Dios» (Marcos 12:34b RV1960). Estar de acuerdo con la enseñanza de Jesús es un gran paso, pero para entrar verdaderamente en el reino se necesita más: una sumisión completa a su autoridad y a su persona.

Este escriba, que quizás había visto a Jesús confrontar la piedad aparente de quienes aman los reconocimientos públicos pero desprecian a su prójimo, se enfrentaba a una verdad incómoda. La devoción genuina no es solo doctrina correcta; es un amor a Dios que transforma radicalmente nuestro amor por los demás.

 

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